Este proyecto fue especial, porque se trató de un autoencargo. Al desaparecer la figura del cliente como tal, teníamos total libertad (dentro de los límites del presupuesto) para desarrollar el proyecto como mejor nos parecía, y en seguida nos dimos cuenta de que esto era una gran ventaja por un lado... y por otro lado era un inconveniente: y es que ¡proyectar para uno mismo es mucho más difícil de lo que creíamos!

La vivienda original estaba muy compartimentada y desaprovechaba casi toda la luz natural (baste decir que el lugar más luminoso era la escalera...). Esos fueron desde el principio los dos puntos fundamentales a revertir, con el fin de crear espacios continuos y fluidos, mucho más luminosos y en contacto con otro de los valores obviados de la casa: las estupendas vistas de todo el sur de Madrid.

Para ello, en la planta inferior se eliminaron todos los tabiques que frenaban la entrada de luz, quedando los usos de salón, cocina, comedor y estudio comunicados pero claramente delimitados, gracias al uso de distintos acabados para su zonificación.

Por su parte, desplazando el núcleo de la escalera y convirtiérdola en una estructura liviana, conseguimos liberar un espacio vital para hacer de la planta superior una zona protagonista, totalmente volcada al exterior.

Las únicas estancias cerradas en la casa, los baños, mantienen también el mismo concepto de fluidez espacial mediante la apertura de unos huecos que los conectan visualmente con lo que tienen alrededor ampliando la sensación de espacio (en el caso del baño principal, hasta la línea del horizonte), además de aportar luz natural a su interior.

La experiencia en su conjunto fue muy interesante y didáctica, y la transformación de la vivienda fue un éxito. Además, nos ha permitido corroborar día a día y "desde dentro" algo que ya sabíamos y que no nos cansaremos nunca de repetir: ¡qué importante es pensar bien los espacios que se habitan y cómo inlfluyen en nuestra calidad de vida!

Esperamos que os guste.